"El hogar es donde se encuentra el corazón."

14:47

Capítulo 3.
Gdansk, delante de mis ojos. Tan mágico como lo recordaba, esa niebla característica que lo envolvía. Misteriosa, y lloviznante. Miraba su entorno, parándome a observar cada persona que contenía.
Paseaba sola, Taylor estaba en la habitación descansando. Decidí que era momento de volver a decir hola a la ciudad, así que caminaba. A traves del mercado, todo brillaba, la fruta, la comida, las antigüedades, los puestos, todo. Los niños jugaban con un balón y pasaban el rato. Las abuelas los miraban mientras hablaban y cotilleaban. Los hombres desayunaban mientras leian las ultimas noticias en los periódicos.
Reparé en una hermosa mujer de unos treinta años, que delante del café se retocaba los labios con carmín. Cuando derrepente, su acompañante la asaltó con un beso en los labios, por lo que ella se enfurruñó, ya que había estado retocandoselos. Yo sonreí y reí para mis adentros, y reparé en la cantidad de historias que había a mi alrededor, y que la niebla las envolvía anelando que alguien las contara.
Seguí caminando, con las manos en los bolsillos, con esperanza de llegar al famoso bosque de Gdansk. Después de unos minutos caminando sin rumbo a través de los adoquines de la ciudad conseguí llegar hasta el. Me fijé en la inscripción que habia escrita en la alambrada antes de adentrarse en el. "El hogar es donde se encuentra el corazón."
¿Que quería decir, que donde depositemos nuestro amor, sería ese nuestro hogar?
Me paré a pensar unos minutos, tratando de descifrar lo que me quería decir.
Taylor.
¿Era mi hogar?
No lo se, me sentí confusa. Solo quería perderme en el bosque y dejar de pensar. Pero, ¿es posible? ¿dejar de pensar? Sentí un nudo en la garganta tan grande que solo las lágrimas podían hacer desaparecer. Pero en vez de eso, un sentimiento de temor me recorrió todo el cuerpo y salí corriendo. Corrí todo lo que pude, secándome las lagrimas con la camisa. No veía nada, la niebla se volvía cada vez mas espesa. Seguí corriendo, tratando de escapar. Pero no reconocía ninguna calle, así que pare y mire a mi alrededor, todo estaba irreconocible. Frustrada y derrumbada, me senté en el bordillo. Allí, hecha una bola, escondía mi cabeza intentando ocultar mis ojos que, seguramente tendría llenos de lágrimas. En ese instante rompí a llorar.
Segundos después, note una mano en el hombro que me invitaba a levantarme. Levanté la cabeza y ahí estaba, aquella mujer que antes retocaba sus labios con carmín. Con un pañuelo en la mano, ofrenciendo me su hospitalidad y cariño. Sequé mis lagrimas y sonriente, ella me señaló un portal. Entonces, me di cuenta, que me señalaba el portal de donde había salido, el portal de la habitación alquilada. Me gire sobre mi misma, dándome cuenta de me encontraba en aquella plaza.
Abracé a aquella mujer. Y dejándola sorprendida, salí corriendo hacia el portal, abrí la puerta, subí las escaleras, saqué las llaves y abrí...

Ahí estaba él, acostado en la cama, soñando con alguna historia divertida que más tarde me contaría.
Me quité los zapatos tratando de no hacer ruido. Subí a la cama. Me metí dentro de las sabanas. Y cuidadosamente, me acurruqué junto a él. Y coloqué su brazo al rededor de mi cuerpo con cuidado de no molestarle.
Mi hogar, pensé. ¿Sería este?
En ese instante, inconscientemente, Taylor me abrazó con fuerza absorto en un profundo sueño.
Una sonrisa apareció en mi boca y esta vez era de corazón.

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