Abrochando cinturones.

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Capitulo 2.
Una vez sentada en el asiento 23 D del avión. Mirando por la ventanilla, recordé aquel curioso refrán que me repetía mi abuela cuando era niña, "a veces lo que no podemos ver, es lo que mas nos duele". Ahora comprendía su significado.
Con Taylor sentado a mi lado, apretando su mano contra la mía, miraba como el avión despegaba por la ventanilla, mientras me brindaba un adiós pasajero.
Unos minutos después del despegue, me acurruqué junto a Taylor, aprovechando el calor que desprendía, y disfruté del momento de paz que me rodeaba, el avión se meneaba suavemente, nada brusco, por lo que hizo que me quedara dormida por completo.

Horas después, el fuerte tambaleo del avión me despertó de un salto. Taylor seguía durmiendo, parecía tan inocente que no quise despertarle.
Me quedé varios segundos mirándole, sonriente, hasta que arriba de nuestras cabezas apareció la señal de aterrizaje en rojo parpadeante. Rápidamente me dispuse a ponerme el cinturón, cuando escuché a la azafata hablandome en un idioma que no comprendía. Debí de poner tal cara de terror que probó a decirme en ingles "tu amigo, el cinturón". Entonces reaccioné y, corriendo, traté de atar bien el cinturón de Taylor. Mientras le abrochaba, y trataba de no despertarle, cuidadosamente, note como la mirada de la azafata se perdía entre otros tantos pasajeros despistados.
Taylor me miraba (aunque yo no me habia percatado) por fin había despertado, pero no dijo nada. Sonreía, conteniéndose la risa, mientras me veia nerviosa colocarle el cinturón.
Cuando acabé note sus labios en mi mejilla y sonrojada le miré atenta. Riéndose, fue a colocarme el cinturón que, con las prisas y la azafata había dejado a medias. Cuidadosamente, riendo, ató el cinturón, acarició mi pelo y me susurro al oído "eres un desastre ¿sabes?
Pero... Eso es lo que mas me gusta de ti"

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