El lago y la luna.

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Capítulo 5.
-¿Que? ¿No te lo crees?
-Por supuesto, solo que..
Me miró atónito. -¿Como conoces esa historia?
Me encogí de hombros, y traté de memorizar de donde había aprendido tal extraña fabula. En ese momento,
frunciendo el ceño, cogí una pequeña piedra que se encontraba al lado de mis zapatillas y la tire al lago, delicadamente, tratando de que esta rebotara cuando su superficie rozara el agua.
Miré hacia el cielo, y la luna y las estrellas se apoderaban del oscuro cielo. Y la luz que nos iluminaba, de forma sobrenatural, hacia sobrecogedor aquel misterioso paraíso. Me hizo recordar aquellos momentos cuando era tan solo una niña, y venia aquí, asustada. Como si aquel lugar pudiera protegerme de la realidad. Quizá aquel lago no escondía dragones, ni princesas, pero por alguna razón las luciérnagas y el agua cristalina de aquel lago me daba las fuerzas para creer. Creer en mi misma.
La luna llena era preciosa, iluminaba cada rincón. Y así, hacia que pudiera ver a Taylor apoyado en una roca mientras el jugaba con los oscuros y ondulados mechones de su pelo.

Taylor miraba al suelo, y sus botas trataban de dibujar ridículos garabatos en la orilla del lago. Notaba su confusión y sabia lo que eso quería decir.
Taylor trataba de decirme algo difícil, que le costaba aceptar y eso lo confundía.
Sentí una punzada en el corazón. Y dejé caer al suelo la segunda piedra que tenia en mis manos. Cerré los puños con fuerza y traté de acercarme a el. Estaba furiosa, y realmente no comprendía por que.
Cuando estaba a un palmo de él, delicadamente trate de erguir su cabeza para que esta me mirase. Sus ojos me miraban fijamente, y yo miraba los suyos. Tal vez los ojos de Taylor eran los más bonitos que habría visto nunca, su color azul me hacia recordar la profundidad del océano.
Besé su mejilla como signo de confianza y cariño, para que este se sintiera cómodo. Sonreí, y le susurré al oído. -Puedes confiar en mí...
Este sonrió de forma sincera y sus ojos esbozaron un sencillo "te quiero" que nadie más podría haber entendido.
Su lengua temblaba y sus manos sudaban.
-Coral, tengo que decirte algo...
Asentí, preocupada. Imaginándome lo que podría pasar. -Yo...
Susurró nervioso.
De repente una mezcla de rabia y deseo inimaginable recorrió mi cuerpo. Cerré mis puños con tanta fuerza que noté como el dolor recorría mi mano, pero no podía salir corriendo. No podía huir, por mucho qyue quisiera y sintiera. El deseo me encadenaba a estar a su lado y escuchar lo que tenia que decir.
Noté la respiración de Taylor más calmada y tranquila.
Entonces, cuando Taylor se quitó el mechón oscuro de sus ojos. Notó mi impotencia ante la situación, y agarrando mis caderas con fuerza, arrastrando mi cuerpo hacia si, fundió mis labios en un ardiente y largo beso. En seguida, pero atónita, asimilé que Taylor besaba mis labios con frenesí y deseo y pase sus manos por su torso de una forma caprichosa hasta llegar a su pelo, el cual tocaba con pretensión, mis dedos se enredaban en sus rebeldes rizos, al igual que hacían sus manos en mis caderas. Las cuales empujaba para si con apetito. Tocaba mi figura como si anhelara tocarla desde hace mucho. Y yo, harta de capricho, le empujaba a hacerlo.
Taylor me arrastraba hacia sí, delicadamente. Mis labios y los suyos no dejaban de besarse ardiente mente.
El agua nos llegaba a los tobillos, y Taylor seguía arrastrándome hacia el agua. Decidí dejar de besarle por un momento y mirandolo a los ojos arrastre su cuerpo hacia el suelo y los dos nos tumbamos en la orilla, uno encima del otro. El agua nos empapaba a los dos. Pero eso daba igual, quería seguir besándolo.
Y ahí, en la orilla de aquel lago, empapados los dos, dejándose ver a la luz nuestras dos almas repletas de deseo, nos encontrábamos a la luz de la noche besándonos con tanta pretensión que nos ardían los labios.
Cuando vi oportuno le susurre -Te quiero. El cual, besándome cuidadosamente el cuello contesto. -Y yo.  Tanto, que me duele el corazón.

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